I would like towelcome Alberto Martin Alvarez for a guest post onpolitical change and civil society in El Salvador. Alberto is a professor inthe Centro Universitario de Investigaciones Sociales atthe Universidad deColima in Colima, Mexico. El Salvador a veinteaños de los Acuerdos de Paz:
Cambio político ysociedad civil
Las elecciones de marzode 2009 representaron un cambio político histórico en El Salvador. Al abrir lavía a la alternancia en el control del ejecutivo, se puede afirmar que dichoscomicios cerraron el ciclo abierto por la firma de los Acuerdos de Chapultepecde enero de 1992.
Desde 1989 y hasta hacedos años, el gobierno salvadoreño, - pero también otras estructuras del Estadocomo el poder legislativo y el judicial-, estuvieron dominados por la AlianzaRepublicana Nacionalista (ARENA). Surgido inicialmente como expresión políticade diversos sectores de la derecha salvadoreña (grandes productores agrícolas yagroindustriales, financieros y militares), este partido puso en marcha unaagenda de reformas económicas y del Estado a lo largo de las dos décadas en lasque se mantuvo al frente del ejecutivo. Desde un planteamiento económicoortodoxamente neoliberal, ARENA implementó un extenso programa deprivatizaciones. Desde 1989 se produjo la re – privatización de la banca, delcomercio exterior de café y azúcar, de la Administración de Comunicaciones(ANTEL), de la distribución de energía eléctrica, del sistema de pensiones, delos ingenios azucareros, entre otros. En la década de dos mil, el gobierno deFrancisco Flores realizó el intento de privatización de la Seguridad Social (ISSS)y el de Tony Saca firmó la adhesión de El Salvador al Tratado de Libre Comerciode América Central (CAFTA). Con ello, los gobiernos de ARENA completaron elrediseño de una economía que hoy cifra sus posibilidades de crecimiento en laapertura comercial y en el desarrollo de las exportaciones, pero que a la vezgenera una fortísima concentración de la riqueza (El Salvador continua siendouna de las sociedades con mayores desigualdades en la distribución de renta delhemisferio) que ha renunciado a la soberanía alimentaria, y ha condenado acientos de miles de salvadoreños a emigrar.
Si bien en los primerosaños la sociedad civil no fue capaz de ofrecer una respuesta firme a estaspolíticas, - y la oposición del FMLN no fue efectiva al no poder ejercer uncontrapeso efectivo desde el poder legislativo-, desde inicios de la década dedos mil una serie heterogénea de actores sociales se organizó en contra deellas. Las movilizaciones contra la privatización del ISSS y en oposición alCAFTA fueron las más masivas de entre las registradas desde finales de los añossetenta. Sin embargo, y frente al protagonismo quetuvieron sindicatos, campesinos y estudiantes en aquel periodohistórico, las protestas de la década del dos mil han supuesto el surgimientode nuevos actores como el movimiento de mujeres, el ecologismo, las ONG o lostrabajadores informales. También, y a diferencia de los setenta yochenta, los movimientos populares mantienen una mayor independencia respectode la izquierda política. Si en el pasado el FMLN hegemonizó – y con no pocafrecuencia instrumentalizó- al movimiento social, las dos últimas décadas hanmostrado a una sociedad civil mucho más independiente del Frente, con el quemantiene una relación de apoyo crítico.
La llegada del FMLN algobierno creó fuertes expectativas de mejora de la situación de la clasetrabajadora, de satisfacción de las demandas de justicia respecto de lasviolaciones a los derechos humanos durante la guerra, de oposición a losproyectos industriales o mineros de alto impacto ambiental, entre otros muchosreclamos populares y de la sociedad civil, no satisfechos durante los últimosveinte años. El lento ritmo de los cambios – o su inexistencia – en estosprimeros dos años y medio de gestión del presidente Funes, haprovocado protestas de diversos sectores: transportistas, empleados públicos(Hacienda, ANDA, INDES, poder judicial), lisiados de guerra, vendedorescallejeros, entre otros.
Lossectores más críticos del movimiento social acusan a Funes de persistir en laspolíticas económicas neoliberales implantadas por ARENA, lo que en ciertosentido es verdad pues no ha habido hasta el momento una alteración sustancialde las mismas, ni se han conseguido mejoras en otros aspectos críticos(seguridad). En este contexto, da la impresión de que algunos sectores de lasociedad civil organizada empiezan a ser partidarios de tornar su apoyo críticoal gobierno en oposición abierta. En estas circunstancias es importanteinterrogarse en qué medida puede este descontento erosionar el voto del FMLN decara a los próximos comicios. El partido ha tratado desde el principio depresentarse como un aliado del gobierno, y no como el partido que ostenta elpoder. Pero, ¿hasta qué punto el electorado será capaz de distinguir entre las políticasdel presidente y la estrategia de largo plazo del FMLN? ¿Otorgarán su confianzade nuevo los votantes al Frente esta vez con un candidato revolucionario de“pura sangre”, o el desgaste del presidente Funes afectará en la misma medidaal partido que lo apoya?